Cuando se supo que Alberto Fujimori había sido condenado a 25 años de prisión por los crímenes de Barrios Altos y la Cantuta, y los secuestros de Gorriti y Dyer, saltaron las lágrimas de Keiko, la ira de Kenyi, los desmayos en la portátil naranja, las angustias de Althaus, las mañas de Aldo M para oponerse a la sentencia negando ser fujimorista, la preocupación de Dubois por el programa económico, etc.
Y ahí empezaron a aparecer abogados de nota que afirmaban que era una barbaridad la teoría del autor mediato o que definían el fallo como “ideológico”, es decir que sancionaba la opción anticomunista del régimen afín a la del grupo Colina, pero no necesariamente alguna orden específica de actuación contra determinadas personas. Parecía que el Perú iba a empezar a definir los límites de la responsabilidad de los tiranos.
Pero de pronto la discusión cambió. Alguien dio la orden de desechar la defensa tipo Nakasaki basada en yo no sabía, yo di otras ordenes, me desacataron, no tengo idea de qué era ese Colina, si no tenían nada que ver con la guerra para qué iba a ordenar que los maten, etc.; y buscar elementos que vinculen a las víctimas con la subversión y que demuestren finalmente que San Martín y el resto de su sala condenaron a Fujimori por la bagatela de matar terroristas, que es lo que se viene haciendo mediante la prensa y la Internet. Sí todos lo hacen (eliminar subversivos fuera de combate): la CIA, el Mossad, Colombia y otros, ¿por qué no también en el Perú?, ¿no somos acaso modernos y globalizados?
Que quede claro, nunca podrán probar nada contra personas a las que se les negó el derecho elemental a defenderse. Los recursos de información que están usando son de última categoría porque se apoyan en los más burdos lugares comunes del período dictatorial: que todos los estudiantes internos eran senderistas; que la detención policial sin elementos para incriminar, es una prueba de que en algo andaban metidos los tipos; que los jueces soltaban a los terroristas, o sea que los que salían después de un proceso eran culpables; etc.
Pero aquí lo fundamental es que quienes están en esta orientación adelantan opinión sobre la segunda instancia del proceso, dándola por perdida. Porque fuesen lo que fuesen los muertos de Martin Rivas, el punto era si Fujimori lograba desligarse de ellos. Todo indica que sus partidarios, especialmente el diario negro, han concluido que es mucho más eficaz aparentar que todos sabían y consentían al grupo Colina, y que eso ayudará a ganar unas elecciones que creen será una confrontación entre los duros y los blandos frente al terrorismo, apelando a los traumas que el país no ha logrado superar totalmente.
Raúl Wiener. Diario "La Primera". 06/05/09
miércoles, 6 de mayo de 2009
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